La contraseña es la cerradura que protege nuestros datos. Por eso es fundamental seguir dos reglas básicas a la hora de usarlas: utilizar contraseñas seguras (igual que siempre podrías una cerradura de calidad en tu casa, negocio…), y nunca utilizar la misma contraseña en dos sitios diferentes (¿pondrías la misma cerradura en varias casas?).

¿Qué debo hacer?
Una buena clave tiene que ser larga. Lo mínimo son ocho caracteres, pero idealmente hay que ir a doce. Deben ser aleatorios (¡nada del nombre de tu perro, o el colegio donde estudiaste!), y combinar letras, números y símbolos. Obviamente puede parecer difícil de recordar, por lo que un truco es pensar una frase larga y tomar la primera letra de cada palabra. Por supuesto, la frase no se debe poder relacionar con nosotros: si somos fans de Cervantes, no debemos utilizar “En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme” como frase.
Utilizar claves largas y aleatorias aumenta notablemente nuestra seguridad, pues impide que un atacante pueda adivinarla en base a información sobre nosotros, o que sea capaz de recordarla si “echa un vistazo por encima de nuestro hombro” cuando la tecleamos en un equipo público. Por otro lado, no repetir nuestras claves evita que un atacante que consiga hacerse con la clave de uno de nuestros sitios pueda entrar en el resto.